domingo, 9 de agosto de 2015

MORFINA: HUMBERTO GARZA

MORFINA 
A todo renuncié, por ser tu amigo,
cuando eras flor de luz y de sorpresa;
mi confesión, tal vez no te interesa;
yo, de todas maneras te la digo.

Tu sinfonía de nardos y castigo,
mi piel rasgada en el dolor, no besa;
y como blanca nube hoy atraviesa
sombreando las espigas de mi trigo.

Hoy la sangre me fluye quedamente...
tal parece que edito mi agonía
en el rosado mármol de tu frente.

Espero... la aflicción de mi elegía
con el acento de su voz doliente
no empañe los reflejos de tu día.


                                              HUMBERTO GARZA   

AMOR Y AUSENCIA Rafael Pombo



¡Que dulce sabe el amor
tras el dolor de la ausencia
cuando hay fiel correspondencia
entre amada y amador!

Cuando, en su separación,
cual la amante aguja esclava
del Norte, siempre apuntaba,
uno al otro corazón;

Cuando el sol que alumbra el día,
¡día de eterno desearse!
tan sólo para buscarse
al uno y otro servía,

Y la enamorada bella
soñaba sueños de miel
con su amado, y jamás él
soñaba sino con ella.

Cuando sordos los oídos
y los ojos con ceguera,
cuando de su amor no fuera
les hablaba sin sentidos.

Y querrían que hasta el viento,
en todo tiempo y lugar
les hablara sin cesar
de su único pensamiento…

Y la más preciosa estrella
y el más bello ángel de Dios
era feo para los dos,
porque no era ni él ni ella.

Porque fuera de su amor,
no había mundo ni vida
y era hermosura perdida
cuanto más hizo el Señor.

No vuelvas ni a mi memoria
¡o infierno del mal ausente!
Con razón dice el creyente
que ver a Dios es la gloria:

que el infinito consuelo
que siento al volverte a ver,
me dice cual ha de ser
el de ver al Dios del Cielo.

¡Oh Dios! Hasta en tu rigor
reconozco tu clemencia.
Por tu bondad es la ausencia
resurrección del amor.

¡Tu no sabes, vida mía,
cuan bella te encuentro ahora
y como te ama y te adora
el que apenas te quería!

Como el campo al redimido
bajo de un cielo esplendente,
o como al convaleciente
el bocado apetecido.


POEMA 12 PABLO NERUDA

Poema 12 
Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto como un viaje.
Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

                                  Pablo Neruda

lunes, 3 de agosto de 2015

Hombre que mira la luna Mario Benedetti


                   Hombre que mira la luna

Es decir la miraba porque ella 


se ocultó tras el biombo de nubes 

y todo porque muchos amantes de este mundo 

le dieron sutilmente el olivo 



con su brillo reticente la luna 

durante siglos consiguió transformar 

el vientre amor en garufa cursilínea 
la injusticia terrestre en dolor lapizlázuli 




cuando los amantes ricos la miraban 

desde sus tedios y sus pabellones 

satelizaba de lo lindo y oía 
que la luna era un fenómeno cultural 




pero si los amantes pobres la contemplaban 

desde su ansiedad o desde sus hambrunas 

entonces la menguante entornaba los ojos 
porque tanta miseria no era para ella 




hasta que una noche casualmente de luna 

con murciélagos suaves con fantasmas y todo 

esos amantes pobres se miraron a dúo 
dijeron no va más al carajo selene 




se fueron a su cama de sábanas gastadas 

con acre olor a sexo deslunado 

su camanido de crujiente vaivén 



y libres para siempre de la luna lunática 

fornicaron al fin como dios manda 

o mejor dicho como dios sugiere.
                                               Mario Benedetti